Siendo aún casi una niña, Carolina Coronado traducía así su bloqueo frente a la letra escrita:
como el niño que hablar quiere y no sabe;
una cosa en mi alma está escondida,
vivo abrumada por su peso grave.
Un concierto suave
escucho en mis sentidos,
cual si dentro de mí hubiera sonidos.
Cómo poner concierto a esa algarabía confusa de sonidos, sofocados en el mismo momento en que intentan encontrar la puerta de la jaula que los aprisiona? Lo que estaba preguntando la poetisa romántica era: A qué reglas dialécticas tengo que atenerme? Porque no lo sabía.
De "Desde la ventana"
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